jueves, 23 de febrero de 2017

¿Existe la adicción a VIAJAR?

No has terminado de hacer un viaje y ya estás planeando el siguiente.

Tu vida en un avión. Así podrías definirla.

Escribir este artículo podría suponer tirar piedras contra mi propio tejado, pues yo soy la primera que se pasa la vida montada en un avión, pero asumo el riesgo. Me parece que la reflexión es importante, aunque sea para plantearse las causas.

Viajar es una de las actividades más placenteras, además de producir un cambio y un crecimiento significativo en la persona que lo realiza. Es aventura, desequilibrio, un constante devenir. Se olvidan las preocupaciones, se alivian las tensiones, se reconecta con uno mismo y si se va acompañado de amigos o familia, se refuerzan los vínculos. Todo esto es maravilloso, pero si solo piensas en hacer la maleta existe la posibilidad de que tengas un trastorno psicológico o mejor dicho, el riesgo de padecerlo, y muy posiblemente subyazca un problema, el cual estás evadiendo porque no lo sabes/quieres enfrentar. ¿Alguna vez te has planteado si tus ansias de viajar están dentro de lo normal? ¿Si tu conducta es adaptativa o por el contrario abusiva? Después de leer este artículo quizá puedas hacer un análisis más detallado y, quién sabe, quizá conocer una parte de tí que ignorabas.



Un interesantísimo estudio de la Universidad de San Francisco afirmó hace años, que la clave para ser más feliz era generar recuerdos basados en experiencias y vivencias personales de alto contenido emocional, en contra de las recompensas a corto plazo como una noche de fiesta o un traje nuevo. El truco estaría en invertir más en experiencias a largo plazo que en bienes materiales, pues estos últimos producen una gratificación instantánea y pasajera, mientras que el incentivo que producen las vivencias emocionalmente intensas perdura más en el tiempo. Y viajar es una fuente abundante de estas experiencias.

¿Yendo, o huyendo?

Cualquier actividad placentera puede ser objeto de una obsesión o adicción si se realiza en exceso o como consecuencia de una compulsión, a pesar de no estar catalogado como tal en los manuales diagnósticos. Como términos psicológicos/psiquiátricos utilizaríamos "abuso", "dependencia", "intoxicación" y "abstinencia", refiriéndonos en su mayoría a sustancias químicas. Pero que no se recoja en los manuales de diagnóstico no quiere decir que la situación no exista. En este caso podríamos encuadrar la adicción a viajar en un trastorno de los hábitos y del control de los impulsos.
Viajar como alteración temporal a modo de pausa del trabajo u otras responsabilidades es indiscutiblemente saludable y necesario para la realización personal, así como para favorecer el equilibrio mental. Pequeñas escapadas repetidas en el tiempo, viajes planeados con la familia durante las vacaciones de verano son buenos ejemplos de recarga energética y recuperación ineludible, sin embargo es importante analizar si el motivo de nuestro comportamiento es simplemente una ruptura de rutina o un comportamiento evasivo. Si solo vives planeando y pensando en el próximo viaje, es posible que tu vida real actual no te esté llenando lo suficiente.

La dependencia en estos casos sería fácil de reconocer. Tus familiares y amigos te han hecho ya algún comentario, sientes en cierto modo un desarraigo o aislamiento social, te pasas la vida mirando blogs y guías de viajes, tu cuenta corriente no está todo lo llena que debería. Estos puntos pueden darte pistas de si estás o no dentro de los niveles adaptativos. Puedes responder rápidamente a estas preguntas: ¿En tu día a día tu mayor motivación se basa en el próximo viaje que tienes planeado? ¿Sientes malestar en el viaje de vuelta a tu ciudad o en los días siguientes? ¿Sientes ansiedad si por motivos ajenos no consigues llevar a cabo un viaje que planeas? ¿Te sientes mal si estás más de tres meses en el mismo lugar? ¿Cuando estás más de una semana de viaje sientes excesiva añoranza de tus responsabilidades (trabajo, hijos)? Si la mayoría de estas preguntas llevan un por respuesta, es hora de que empieces a replantear tus prioridades, pues puede que la vida que estés llevando te esté produciendo insatisfacción y tus repetidos viajes no sean más que una manera de huida y evasión.

Por otro lado tenemos a los que viven a caballo entre varias ciudades o los que no quieren vivir en ninguna. Viajar es sano, sí, pero todo ser humano tiene la necesidad de echar raíces, esto es, tener un lugar de origen al que volver. Estar en continuo movimiento y sin lugar fijo en el que desarrollar el día a día puede llegar a desarrollar a la larga trastornos psicológicos graves.

La búsqueda de experiencias como rasgo de personalidad

Viajar en exceso podría estar relacionado en muchos casos con el rasgo de personalidad sensation-seeking, del que hablábamos en el anterior artículo. Este tipo de viajeros se caracteriza sin embargo no tanto por la cantidad de viajes, sino por el estilo de éstos. Así, las personas con una puntuación alta en este rasgo elegirán con mayor frecuencia destinos de (alto) riesgo, realizarán durante las vacaciones deportes extremos, irán solos, con lo mínimo planeado o en plan "mochilero", buscando aventura y experiencias novedosas además de cargadas de adrenalina.

Viajar por trabajo: Los nómadas digitales

Poniendo un punto y aparte a la temática de viajar como fuente de placer, tenemos otra versión de viaje que cada vez toma más protagonismo, y que puede llegar a producir las mismas consecuencias a nivel sintomático: Los viajes laborales.

La globalización, internet y las redes sociales han facilitado que cada vez más trabajos sean realizables "desde casa" y han abolido en muchos casos la existencia de una oficina física. Esto lleva al empresario o empleado a moverse con mayor libertad por el mundo. Los viajes en estos casos no son voluntarios, o por lo menos no del todo. La búsqueda no es tanto de placer y bienestar como de nuevos proyectos y crecimiento laboral. El motivo no genera adicción, ni es necesario analizar causas para replantear el estilo de vida o las prioridades. Sin embargo sí es frecuente que este tipo de personas sufran las consecuencias de la migración excesiva: El duelo migratorio y el desarraigo social. Relaciones supérfluas, desarrollo de una "doble vida" en el caso de circulación entre dos ciudades, conflictos familiares o ausencia de contacto con amistades establecidas pueden aislar a la persona y producir un sentimiento persistente de vacío, insatisfacción y de no encontrarse a sí mismo. Detectar estos síntomas a tiempo es importante para evitar el desarrollo de problemas psicológicos y sociales graves.

Siendo conscientes las empresas de estas consecuencias sintomáticas, desde Recursos Humanos suelen pautar tiempos de pausa en las que los trabajadores deben estar en su espacio de origen, con el fin de mantener el entorno social.

Reflexión y conclusiones

Por lo tanto, entendemos que en el equilibrio está la clave. Dedicando la misma cantidad de tiempo a cada una de las áreas de nuestra vida no nos quemará ninguna, tomando las decisiones que más encajen con nuestros deseos llevaremos una vida satisfactoria de la cual no nos será necesario huir, enfrentando de cara los problemas no se tendrán que evadir y mientras se tenga un "punto de origen" al que regresar y en el cual se desarrolle la mayor parte de nuestra vida social y familiar, nuestra felicidad y satisfacción con la vida estarán garantizadas.



Recuerda que tu felicidad no depende tanto del exterior como de tí mismo y que moverte de lugar para huir de los problemas no deja de ser una ilusión, pues los problemas que no resuelves te acompañan siempre allá donde vayas.

Y después de este pequeño análisis me están entrando unas ganas de comprarme un vuelo... ¿A tí no?

Y ya después de ver este recuerdo ni te cuento... Koh Phi Phi, Tailandia, (2014).



¡Hasta la semana que viene!



"Nuestro destino nunca es un lugar, sino una nueva forma de ver las cosas" (Henry Miller)






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